Has acompañado algún amigo a sus inicios en el mundo del baile? Seguramente te habrá resultado una experiencia fascinante ver como a otras personas se aficionan y pasan a sentir la magia del baile, que es algo que va enganchando poco a poco a todos. Timidez, nerviosismo, ansias de conocimiento, frustración, emoción, inseguridad, todo esto forma una tormenta de emociones que se sienten a flor de piel en todos y cada uno de lo que comienzan.
Si nos paramos a pensar, en su momento, cuando comenzamos a bailar ritmos latinos, no nos dábamos cuenta de qué es lo que ocurre realmente en una clase, sobre todo entre los que van tomando sus primeros contactos con el baile… Quizá por ganas de aprender, absorber y asimilar los conocimientos, uno no se fija en la emoción que cada alumno de los alumnos le pone, el ansia generalizada por conocer un aspecto muy oculto de nuestros cuerpos: la capacidad de expresar a través del baile.
A través de movimientos inseguros poco a poco empezábamos a conocernos, empezábamos a hablarle a nuestro cuerpo, empezábamos a ser conscientes del espacio a nuestro alrededor de una forma que, hasta ahora, había pasado ciertamente inadvertida hasta ahora para nosotros.
Se podía sentir el nerviosismo y la frustración al no poder ejecutar pasos que podían parecer simples pero que para un principiante son todo un reto, que los profesores conseguían aliviar con un consejo por aquí y otro por allá, con el que calmaban a los presentes además de facilitar el trabajo de absorber los conocimientos… timidez a la hora de preguntar, como si fuéramos de nuevo niños… timidez a la hora de saludar y presentarse con dos besos a la pareja con la que toca bailar en ese momento, es algo que a muchos les ha sucedido.
Durante el transcurso de la clase se podía ver una evolución: había quien se relajaba y dejaba que todo fluyera, había quien se ponía nervioso por cometer errores como si se le fuera a echar de la clase por no acertar un paso y, finalmente, había quien se frustraba por no conseguir llevar a cabo un paso que consideraban que deberían poder dominar dado que otros compañeros lo habían logrado.
Al final de la clase, se sintió un alivio generalizado pero con ganas de más, como un “¿Ya está? ¿Hasta aquí la clase?”. Es una frase usual entre los amigos que se inician a bailar y disfrutan de su primeras clases: “Se me ha pasado volando, nunca se me había pasado el tiempo tan rápido”. Sonrisas cómplices, delatan que el baile enamora aquellos que se inician.
Todos los que inician su contacto con el baile aportan comentarios como: el baile es una experiencia muy bonita, divertida, exigente y, sobre todo, liberadora.
Comentan los que son tocados por el baile que, durante las clases, literalmente sienten descubrir una región ignota de su cuerpo, como si siempre hubiese estado ahí pero, por algún motivo, no habían logrado dar con ella hasta entonces. En todo momento, los ojos brillaban, y algo comienza a rompe con su rutina, algo que les faltaba…
El baile sin dudas conquista corazones, junto a la música, hace que fluya la magia entre las personas… Apoyemos a los que se inician a bailar, aportemos alegría a ese camino y a esa relación en los salones, aplaquemos los nervios, y avivemos las ganas, para ser felices..
¡Por el baile y su magia!